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Naturaleza Profunda

«No tengo duda de por qué la antigua enseñanza nos habla de dos caminos: uno de ida y otro de vuelta. Un camino visible y otro invisible, un camino hacia la diversidad y otro hacia la unidad, uno hacia la mente y otro hacia el corazón, uno hacia el conocimiento y otro hacia la sabiduría».

Tawantisuyo, Alonso del Río.

Compartido por Valen en el encuentro del Grupo de Investigación de la Comunidad de Naturaleza Profunda en Patreon.

*Anatomía comparada del corazón humano y el de una gallina.
Imagen tomada de Wikipedia.

El corazón necesita expandirse y contraerse para cumplir su función. Lo hace de manera autónoma, no necesita nada externo para activarse. Tiene cuatro cámaras, al menos el de mamíferos y aves. Dicen los chinos que este órgano se expresa en la lengua y que los sentidos con los que más se asocia son el gusto y el tacto.   

Dicen otras tradiciones que el corazón es  

«el centro de la individualidad, hacia el cual la persona retorna en su andadura espiritual. Representa el estado primordial y por tanto, el lugar de la actividad divina». 

La sístole y diástole del corazón expresan la dualidad del camino de ida y el de vuelta. La circulación de la sangre por todo el cuerpo expresa que de alguna manera, el corazón está en todo el cuerpo, somos todo corazón. Pero el corazón como centro del cuerpo, representa el centro de nuestro ser, nuestro núcleo esencial, nuestra verdadera identidad donde se integran las aparentes dualidades de todo lo que somos.

Jung llamó a este centro, el «Sí Mismo». Y describió el camino de la vida, especialmente el de regreso, como la sístole: dirigirse hacia el centro, al encuentro con nuestra identidad integrada, lo que verdaderamente somos, dejando atrás todo lo que es accesorio.

¿Qué más pistas del camino de la vida nos da el corazón y la circulación?
¿Qué significa que este sea el lugar de la actividad divina?

* Imagen tomada de Aquí.

«Salta de vez en cuando, sólo para comprobar su radical estático. El salto tiene algo de latido: viéndolo bien, el sapo es todo corazón.»

Tomado de «El Sapo», Juan José Arreola.

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